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Ariel Quintero Salinas
Bastará solo un día

Ibukku

Impresión bajo demanda. Llega en 14 dias.

Páginas: 76
Formato:
Peso: 0.109 kgs.
ISBN: 978-1-68574-391-8

Un día, hace muchos años, estaba en casa de mis padres sin saber qué hacer. No existía el Internet y solo teníamos dos canales en la televisión local, nada importante que ver, mis amigos estaban en clases o quién sabe dónde. En ese momento de mi vida tenía una novia a la cual quería y decidí escribirle algo, así que tomé papel y lápiz y me senté en la mesa del comedor. Inspiré profundo y me dejé llevar por la ilusión del momento, por esa sensación de plenitud y grandeza que produce escribir. Ese día comenzó mi historia en este mundo, ese camino que a todos nos lleva al lugar sagrado donde podemos encontrar nuestra razón de existir. Ese día, hace ya 37 años, surgió Bastará solo un día. Realmente hoy no recuerdo quién era la novia, pero gracias a ella y a esas coincidencias que tiene la vida, cambió todo. Después de ese día supe que tenía la capacidad de transformar una simple palabra en mi pensamiento en algo más íntimo, secreto pero a la vez inmenso, algo que quedaría para mí y que podría revivirlo cada vez que quisiera al leerlo. Así nacieron otros, algunos estarán aquí donde podrás hacerlos tuyos también, si lo deseas. Mi vida a los 18 entonces tomó otro rumbo radical. Decidí dedicarme al prójimo, estudié y ejerzo la medicina por casi treinta años y hoy solo puedo dar gracias a Dios por haber permitido que el universo confabulara a mi favor, en mi búsqueda de la razón de haber nacido y por ese regalo inmerecido de haber encontrado mi lugar en el alma del mundo. La poesía, esta poesía, tuvo mucho que ver en toda mi evolución hasta el presente. La poesía y la medicina tienen mucho en común, ambas rede nen y engrandecen la vida de los seres humanos, aportan conocimiento, valor, salud y mejoran el presente y el futuro. Escribir y leer es uno de los hábitos más antiguos, también lo es curar. Ambas se fusionan en la historia y en el alma de quienes las amamos más que a nosotros mismos y nos conectan a una sola verdad universal: «El hombre, a pesar de la evolución de la soledad en su corazón, es un ser social y pertenece al colectivo, que es decir a las masas, a otros y esencialmente a todo lo que acontece en el universo, y así será eternamente, está escrito en nuestro ADN». Sé que los tiempos cambian, que todo evoluciona, que ahora todo es muy diferente a aquel día hace tres décadas cuando decidí sentarme a escribir por primera vez. Aun así, sigo perteneciendo a mi prójimo y esa es la única razón que me ha hecho buscar en mis recuerdos y compartir estas simples pero sinceras letras salidas de un corazón poeta, de un corazón enamorado de la vida, de la naturaleza, del planeta y de sus semejantes. Espero que puedas disfrutarlas. Realmente no sé si son buenas o malas, eso tendrás que decidirlo tú. Solo son mías y ahora, también tuyas.

Bastará solo un día

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Un día, hace muchos años, estaba en casa de mis padres sin saber qué hacer. No existía el Internet y solo teníamos dos canales en la televisión local, nada importante que ver, mis amigos estaban en clases o quién sabe dónde. En ese momento de mi vida tenía una novia a la cual quería y decidí escribirle algo, así que tomé papel y lápiz y me senté en la mesa del comedor. Inspiré profundo y me dejé llevar por la ilusión del momento, por esa sensación de plenitud y grandeza que produce escribir. Ese día comenzó mi historia en este mundo, ese camino que a todos nos lleva al lugar sagrado donde podemos encontrar nuestra razón de existir. Ese día, hace ya 37 años, surgió Bastará solo un día. Realmente hoy no recuerdo quién era la novia, pero gracias a ella y a esas coincidencias que tiene la vida, cambió todo. Después de ese día supe que tenía la capacidad de transformar una simple palabra en mi pensamiento en algo más íntimo, secreto pero a la vez inmenso, algo que quedaría para mí y que podría revivirlo cada vez que quisiera al leerlo. Así nacieron otros, algunos estarán aquí donde podrás hacerlos tuyos también, si lo deseas. Mi vida a los 18 entonces tomó otro rumbo radical. Decidí dedicarme al prójimo, estudié y ejerzo la medicina por casi treinta años y hoy solo puedo dar gracias a Dios por haber permitido que el universo confabulara a mi favor, en mi búsqueda de la razón de haber nacido y por ese regalo inmerecido de haber encontrado mi lugar en el alma del mundo. La poesía, esta poesía, tuvo mucho que ver en toda mi evolución hasta el presente. La poesía y la medicina tienen mucho en común, ambas rede nen y engrandecen la vida de los seres humanos, aportan conocimiento, valor, salud y mejoran el presente y el futuro. Escribir y leer es uno de los hábitos más antiguos, también lo es curar. Ambas se fusionan en la historia y en el alma de quienes las amamos más que a nosotros mismos y nos conectan a una sola verdad universal: «El hombre, a pesar de la evolución de la soledad en su corazón, es un ser social y pertenece al colectivo, que es decir a las masas, a otros y esencialmente a todo lo que acontece en el universo, y así será eternamente, está escrito en nuestro ADN». Sé que los tiempos cambian, que todo evoluciona, que ahora todo es muy diferente a aquel día hace tres décadas cuando decidí sentarme a escribir por primera vez. Aun así, sigo perteneciendo a mi prójimo y esa es la única razón que me ha hecho buscar en mis recuerdos y compartir estas simples pero sinceras letras salidas de un corazón poeta, de un corazón enamorado de la vida, de la naturaleza, del planeta y de sus semejantes. Espero que puedas disfrutarlas. Realmente no sé si son buenas o malas, eso tendrás que decidirlo tú. Solo son mías y ahora, también tuyas.