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Fernando Lucas García Siles
Como alma que lleva el diablo

Editorial Adarve

Impresión bajo demanda. Llega en 14 dias.

Páginas: 476
Formato:
Peso: 0.678 kgs.
ISBN: 9788416824007

se encuentra desde hace tiempo en la más absoluta de las ruinas tanto económica como emocional. El detonante parece haber sido-entre otros- el incendio que asoló su casa y del que salieron indemnes tanto él como sus dos preciosas criaturas.Fran ha conocido a Nelly, Nellyta,  una viejecita peruana encantadora y madre de su amante que le tiene embelesado con sus historias del más allá en las que ella, visionaria, ha participado para  su desgracia. Sus experiencias le causan gran inquietud aunque él, racional donde los haya, no les dá el carácter divino que ella les concede, pero con todo le agrada escuchar y hacer volar su martirizada mente en estos últimos tiempos. Con dichas narraciones parece identificarse, como si de alguna manera las hubiese vivido, pero las desecha por inverosímiles.En su círculo de conocidos empiezan a aparecer personas muertas en extrañas circunstancias creándole la más que normal inquietud ,sin embargo de alguna forma siempre encuentra una razón para justificar su ausencia: su única sobrina obsesionada con el suicidio aparece a los pies de una edificación abandonada, su mejor amigo igualmente arruinado que había perdido la razón por una determinada enfermedad y el consumo de drogas, su antiguo administrador causante de bastante de sus penurias por un error administrativo, un par de colombianos metidos en asuntos de turbia naturaleza, la maestra de sus hijos a los que parecía no prestar demasiada atención, una pareja de venerables ancianos vecinos de su comunidad afectada ella por el alzehimer, Natalia -su amante- y la  hermana de esta, Zulema, a la que intentó seducir y sobre todo Bárbara, una mulatita delgada que conoció virtualmente y que parecía  seguirle allá donde fuese.Bárbara está siempre presente de alguna manera ante él, siempre como amante, siempre como potencial asesina. Lo busca para intentar darle muerte siempre que puede, siempre diciendo dulces palabras de despedida. Francisco llega a la conclusión de que es una bruja, una asesina o ambas cosas y la repudia en la misma medida que la desea y la posee. Sus enfrentamientos son continuos , disparatados y es Nelly la que le prevé en su contra argumentando que a un hombre como aquel ,nacido a la vera del río, en las inhóspitas orillas, en la misma tierra, los desearán, y querrán reclutar su alma pura.Poco a poco Fran va tomando conciencia de que él ha tomado parte en las muertes acaecidas. Sus recuerdos, sus sueños , les va guiando hacia la verdad y su mano derecha, mutada en una infame garra, parece darle la razón. En lugar de arrepentirse de sus actos los justifica  bien porque se lo merecían por miserables o bien porque deseaban poner fin a sus días y se limitó a hacer lo que debía, liberarlos y desprender sus almas del pesado yugo de sus cuerpos humanos. Eso le hacía feliz y creía con toda su alma que por fin su existencia tenían un significado, el de hacer justicia, justicia divina en nombre de Dios y que sus pesares actuales no eran más que una prueba divina de su fortaleza y que por eso Él le había concedido el don de ver el auténtico mundo, el de los espíritus, que se mezclaba y confundía con el de los mortales.Como su defensor tiene a una inmensa gárgola, mitad águila y mitad león ,que le defiende de toda la amenaza a la que se vé sometido por Bárbara y los espíritus que la acompañan en su infame tarea, espíritus que de hecho viven en casa de Fran ,expectantes, recordándole que su vida pende de un hilo.Por fin Nelly se manifiesta como una enviada divina , vestida de blanco y defensora de la integridad física de nuestro protagonista y como era de esperar este queda rendido ante su bondad y determinación.Una vez que la policía detiene a Fran y le acusan de los asesinatos, de los que él empieza a vanagloriarse presumiendo de su razón celestial, la inspectora Casagrande-curiosamente idéntica a Bárbara- termina por darle muerte en la comisaría delante de sus compañeros, como si de una ejecución sumarísima se tratase. Tras ella, creyéndose muerto, se traslada al lugar donde le vieron nacer. Allí Nelly muestra su auténtica cara, la de un alma sometida a los designios de otro dios muy diferente al que creía Fran. Su única labor durante años  fue la de entrenar y guardar a aquel elegido por su señor para que ejecutara obras destinadas a los demonios a los que representaba .Su tarea de adoctrinamiento había terminado y el hombre, el ángel caído, ya estaba en disposición de empezar con su fúnebre tarea.Fran observa con disgusto que ni siquiera las ejecuciones que se suponen que eran por su mano lo eran en verdad. No, Nelly no creía que fuese capaz de dar muerte a nadie así que los brazos ejecutores fueron los de los propios demonios a su  servicio y al de su amadísimo amo.La agonía fue extrema cuando supo de boca de aquella viejita que sus hijos no eran como él los había imaginados, bellos, cariñosos, inteligentísimos y con aquel sinfín de atributos de los que tanto se enorgullecía ,sino unas pobres criaturas deformes, deficientes y enfermas que llevaban una vida de pesar que le tanto le marcó .Además supo que  en aquel incendio que provocó la mayor parte su ruina los niños murieron descuartizados por sus propias manos.Para no ser captado bebió de una pequeña botella suministrada por Casagrande , una pócima que le hizo desconectar su alma de su envoltura de carnal y huir por fin de aquella agonía.Allí, a la derecha del creador, nos pide comprensión y fortaleza para que cantemos sus alabanzas y propaguemos su palabraEn su entierro le acompañaron pocas personas pero de lo más variopinto, de un parecido poco habitual a las que quitó la vida y a las que presenciaron su azarosa vida.

Como alma que lleva el diablo

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Como alma que lleva el diablo

Editorial Adarve

Impresión bajo demanda. Llega en 14 dias.

Páginas: 476
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Peso: 0.678 kgs.
ISBN: 9788416824007

se encuentra desde hace tiempo en la más absoluta de las ruinas tanto económica como emocional. El detonante parece haber sido-entre otros- el incendio que asoló su casa y del que salieron indemnes tanto él como sus dos preciosas criaturas.Fran ha conocido a Nelly, Nellyta,  una viejecita peruana encantadora y madre de su amante que le tiene embelesado con sus historias del más allá en las que ella, visionaria, ha participado para  su desgracia. Sus experiencias le causan gran inquietud aunque él, racional donde los haya, no les dá el carácter divino que ella les concede, pero con todo le agrada escuchar y hacer volar su martirizada mente en estos últimos tiempos. Con dichas narraciones parece identificarse, como si de alguna manera las hubiese vivido, pero las desecha por inverosímiles.En su círculo de conocidos empiezan a aparecer personas muertas en extrañas circunstancias creándole la más que normal inquietud ,sin embargo de alguna forma siempre encuentra una razón para justificar su ausencia: su única sobrina obsesionada con el suicidio aparece a los pies de una edificación abandonada, su mejor amigo igualmente arruinado que había perdido la razón por una determinada enfermedad y el consumo de drogas, su antiguo administrador causante de bastante de sus penurias por un error administrativo, un par de colombianos metidos en asuntos de turbia naturaleza, la maestra de sus hijos a los que parecía no prestar demasiada atención, una pareja de venerables ancianos vecinos de su comunidad afectada ella por el alzehimer, Natalia -su amante- y la  hermana de esta, Zulema, a la que intentó seducir y sobre todo Bárbara, una mulatita delgada que conoció virtualmente y que parecía  seguirle allá donde fuese.Bárbara está siempre presente de alguna manera ante él, siempre como amante, siempre como potencial asesina. Lo busca para intentar darle muerte siempre que puede, siempre diciendo dulces palabras de despedida. Francisco llega a la conclusión de que es una bruja, una asesina o ambas cosas y la repudia en la misma medida que la desea y la posee. Sus enfrentamientos son continuos , disparatados y es Nelly la que le prevé en su contra argumentando que a un hombre como aquel ,nacido a la vera del río, en las inhóspitas orillas, en la misma tierra, los desearán, y querrán reclutar su alma pura.Poco a poco Fran va tomando conciencia de que él ha tomado parte en las muertes acaecidas. Sus recuerdos, sus sueños , les va guiando hacia la verdad y su mano derecha, mutada en una infame garra, parece darle la razón. En lugar de arrepentirse de sus actos los justifica  bien porque se lo merecían por miserables o bien porque deseaban poner fin a sus días y se limitó a hacer lo que debía, liberarlos y desprender sus almas del pesado yugo de sus cuerpos humanos. Eso le hacía feliz y creía con toda su alma que por fin su existencia tenían un significado, el de hacer justicia, justicia divina en nombre de Dios y que sus pesares actuales no eran más que una prueba divina de su fortaleza y que por eso Él le había concedido el don de ver el auténtico mundo, el de los espíritus, que se mezclaba y confundía con el de los mortales.Como su defensor tiene a una inmensa gárgola, mitad águila y mitad león ,que le defiende de toda la amenaza a la que se vé sometido por Bárbara y los espíritus que la acompañan en su infame tarea, espíritus que de hecho viven en casa de Fran ,expectantes, recordándole que su vida pende de un hilo.Por fin Nelly se manifiesta como una enviada divina , vestida de blanco y defensora de la integridad física de nuestro protagonista y como era de esperar este queda rendido ante su bondad y determinación.Una vez que la policía detiene a Fran y le acusan de los asesinatos, de los que él empieza a vanagloriarse presumiendo de su razón celestial, la inspectora Casagrande-curiosamente idéntica a Bárbara- termina por darle muerte en la comisaría delante de sus compañeros, como si de una ejecución sumarísima se tratase. Tras ella, creyéndose muerto, se traslada al lugar donde le vieron nacer. Allí Nelly muestra su auténtica cara, la de un alma sometida a los designios de otro dios muy diferente al que creía Fran. Su única labor durante años  fue la de entrenar y guardar a aquel elegido por su señor para que ejecutara obras destinadas a los demonios a los que representaba .Su tarea de adoctrinamiento había terminado y el hombre, el ángel caído, ya estaba en disposición de empezar con su fúnebre tarea.Fran observa con disgusto que ni siquiera las ejecuciones que se suponen que eran por su mano lo eran en verdad. No, Nelly no creía que fuese capaz de dar muerte a nadie así que los brazos ejecutores fueron los de los propios demonios a su  servicio y al de su amadísimo amo.La agonía fue extrema cuando supo de boca de aquella viejita que sus hijos no eran como él los había imaginados, bellos, cariñosos, inteligentísimos y con aquel sinfín de atributos de los que tanto se enorgullecía ,sino unas pobres criaturas deformes, deficientes y enfermas que llevaban una vida de pesar que le tanto le marcó .Además supo que  en aquel incendio que provocó la mayor parte su ruina los niños murieron descuartizados por sus propias manos.Para no ser captado bebió de una pequeña botella suministrada por Casagrande , una pócima que le hizo desconectar su alma de su envoltura de carnal y huir por fin de aquella agonía.Allí, a la derecha del creador, nos pide comprensión y fortaleza para que cantemos sus alabanzas y propaguemos su palabraEn su entierro le acompañaron pocas personas pero de lo más variopinto, de un parecido poco habitual a las que quitó la vida y a las que presenciaron su azarosa vida.