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Rubio Sánchez, Cuesta Puertas
Gabriel
El Héroe De Dios
Editorial Dagón

Impresión bajo demanda. Llega en 14 dias.

Páginas: 148
Formato:
Peso: 0.201 kgs.
ISBN: 978-84-122910-3-2

Gabriel, el Héroe De Dios es una novela corta que muestra la supervivencia de una tecnología ancestral, que no solo fue importante en el pasado, sino que lo será en el Futuro, si es que la Humanidad tiene Futuro.«Casi titubeando, ansioso, crucé los pocos metros que me separaban del doctor Apolodoro y me paré de golpe ante lo que parecía un sarcófago egipcio, de casi tres metros de largo, colocado contra la pared. En su interior, a la vista, reposaba el cuerpo de un ser parecido a un hombre, bien proporcionado, esbelto, musculoso, totalmente negro.Como las esculturas de Riazze, parecía un hombre de bronce, si aquel metal negro, sin brillo, que parecía absorber y devorar la luz, era bronce. De similar factura que los Ayax, no se percibían por ningún lado junturas ni soldaduras; parecía fabricado en una sola pieza. Su rostro se asemejaba al de un dios griego, proporcionado, imponente, cargado de majestad. Solo pude apreciar, como algo distintivo, unas líneas casi imperceptibles que lo recorrían por todo el cuerpo, trazando figuras geométricas, espirales, círculos, incrustadas como en el arte del damasquinado árabe.Parecía dormir un sueño de milenios».Lee las primeras páginas aquí: https://1drv.ms/b/s!AvQngI1KR5TfteYczi6D3eo5f2_atw?e=R5bSEx

Gabriel

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El Héroe De Dios
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Páginas: 148
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ISBN: 978-84-122910-3-2

Gabriel, el Héroe De Dios es una novela corta que muestra la supervivencia de una tecnología ancestral, que no solo fue importante en el pasado, sino que lo será en el Futuro, si es que la Humanidad tiene Futuro.«Casi titubeando, ansioso, crucé los pocos metros que me separaban del doctor Apolodoro y me paré de golpe ante lo que parecía un sarcófago egipcio, de casi tres metros de largo, colocado contra la pared. En su interior, a la vista, reposaba el cuerpo de un ser parecido a un hombre, bien proporcionado, esbelto, musculoso, totalmente negro.Como las esculturas de Riazze, parecía un hombre de bronce, si aquel metal negro, sin brillo, que parecía absorber y devorar la luz, era bronce. De similar factura que los Ayax, no se percibían por ningún lado junturas ni soldaduras; parecía fabricado en una sola pieza. Su rostro se asemejaba al de un dios griego, proporcionado, imponente, cargado de majestad. Solo pude apreciar, como algo distintivo, unas líneas casi imperceptibles que lo recorrían por todo el cuerpo, trazando figuras geométricas, espirales, círculos, incrustadas como en el arte del damasquinado árabe.Parecía dormir un sueño de milenios».Lee las primeras páginas aquí: https://1drv.ms/b/s!AvQngI1KR5TfteYczi6D3eo5f2_atw?e=R5bSEx