Bienvenido! estás en Mandrake Libros web

Jerónimo Moya Obes
Historia de un ángel

varios

Impresión bajo demanda. Llega en 14 dias.

Páginas: 218
Formato:
Peso: 0.321 kgs.
ISBN: 9788417008635

En general, la nave no invitaba a grandes ceremoniales, cierto. Tal vez por ello el féretro imitando nogal con un crucifijo de plástico dorado sobre la tapa y asideras del mismo material, encajaba a la perfección con el lugar. En su interior permanecía el cadáver de una mujer. La velaban tres personas: un sacerdote de voz monocorde y aspecto amodorrado, una anciana a la que la ceremonia le había interrumpido sus rezos, o sus ruegos, o sus consuelos, imposible distinguir lo uno del resto, y un hombre superada la treintena, alto y delgado, de rostro anguloso y pálido, pelo liso y claro, y de nombre Lázaro. Él era, había sido, el hijo de quien reposaba sin consciencia bajo el Cristo de plástico, y a juzgar por su semblante, imperturbable, casi ausente, cabía inferir que lo hacía lejos de las amarguras que se suponen en tales trances. Sorprendente. Al fin y al cabo, no dejaba de ser su madre.Hay vidas que solamente se comprenden al entrar en escena un ángel, al producirse ese encuentro que exige aislamiento, voluntad, coraje, y en caso de ser posible desapego de la propia historia, de esa que creemos real, auténtica, la que nos justifica o nos condena, la que nos falsea pasados y que en ocasiones acabamos reconociendo como artificiosa o estéril, ambos términos servirían en esos momentos de lucidez que a pocos se les niegan. Esta, la del llamado, Lázaro, bien podría ser una de ellas.

Historia de un ángel

$30.932,43
Envío gratis superando los $24.990
Historia de un ángel $30.932,43
Entregas para el CP:

Medios de envío

  • Mandrake Libros Rioja 1869 - Rosario- Lunes a Viernes de 10 a 19 hs. Te informaremos cuando esté listo para retirar.

    Gratis

Jerónimo Moya Obes
Historia de un ángel

varios

Impresión bajo demanda. Llega en 14 dias.

Páginas: 218
Formato:
Peso: 0.321 kgs.
ISBN: 9788417008635

En general, la nave no invitaba a grandes ceremoniales, cierto. Tal vez por ello el féretro imitando nogal con un crucifijo de plástico dorado sobre la tapa y asideras del mismo material, encajaba a la perfección con el lugar. En su interior permanecía el cadáver de una mujer. La velaban tres personas: un sacerdote de voz monocorde y aspecto amodorrado, una anciana a la que la ceremonia le había interrumpido sus rezos, o sus ruegos, o sus consuelos, imposible distinguir lo uno del resto, y un hombre superada la treintena, alto y delgado, de rostro anguloso y pálido, pelo liso y claro, y de nombre Lázaro. Él era, había sido, el hijo de quien reposaba sin consciencia bajo el Cristo de plástico, y a juzgar por su semblante, imperturbable, casi ausente, cabía inferir que lo hacía lejos de las amarguras que se suponen en tales trances. Sorprendente. Al fin y al cabo, no dejaba de ser su madre.Hay vidas que solamente se comprenden al entrar en escena un ángel, al producirse ese encuentro que exige aislamiento, voluntad, coraje, y en caso de ser posible desapego de la propia historia, de esa que creemos real, auténtica, la que nos justifica o nos condena, la que nos falsea pasados y que en ocasiones acabamos reconociendo como artificiosa o estéril, ambos términos servirían en esos momentos de lucidez que a pocos se les niegan. Esta, la del llamado, Lázaro, bien podría ser una de ellas.