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Enrique Sosa Prieto
Las clepsidras emergentes

Deletreo Ediciones

Impresión bajo demanda. Llega en 14 dias.

Páginas: 62
Formato:
Peso: 0.084 kgs.
ISBN: 9789915939551

EL TIEMPO QUE NO ESAmenaza el reloj con quitarse el tiempo parece ser la constante de este libro.Las clepsidras emergentes, ópera prima del olimareño Enrique Sosa, juega a graficar el tiempo, no en su linealidad, sino en un intento de profundidad. El lenguaje, a veces ornamentado sin ser presuntuoso, y las imágenes utilizadas por el autor, nos adentran en un mundo en el cual la temática temporal poetiza con la filosofía, tal si fuese una forma de alcanzar lo eterno.El filósofo y escritor francés Henri Bergson (1859-1941), en su libro La evolución creadora (1907), dijo queNo pensamos el tiempo real. Pero lo vivimos porque la vida desborda a la inteligencia. La impresión que tenemos de nuestra evolución y de la evolución de todas las cosas en la pura duración está ahí, trazando alrededor de la representación intelectual propiamente dicha una franja indecisa que va a perderse en la noche.En este sentido, el tiempo deja lo cronológico para convertirse en un viaje interior entre la vivencia y la experiencia del recuerdo y la ilusión del deseo.Recuerdo e ilusión que nunca se asemejan al momento vivido y que por eso se transforman en ficción.En el soneto titulado El instante (El otro, el mismo - 1964), Jorge Luis Borges manifiesta: El presente está solo. La memoria /Erige el tiempo. Sucesión y engaño /Es la rutina del reloj. Así, Enrique Sosa dice en uno de sus textos Acuáticas agujas que marcan /el viajesubmarino, /agua por agua, /minuto a minuto.Este correlato bien podría redondearse con el final de ese mismo poema de Borges, que expresa que El hoy fugaz es tenue y es eterno; /otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.Mientras que Sosa reza Una escafandra llora su idea fija, /y espera que mi alma vuelva del averno.En Las clepsidras emergentes existe una interrogante que hila toda la lectura: ¿el tránsito desde o hacia dónde ocurre? Al hablar de emerger podría haber una relación con el fluir del río de Heráclito, filósofo pre-socrático del devenir. Sin embargo el hecho del surgimiento, de esos relojes de agua que por definición son las clepsidras, nos lleva a pensar en la vida como sumatoria de aquello que nos irrumpe constantemente. Experiencias del instante que el autor expresa en los versos como en un acto del habla, por su decir sucesivo en tiempo presente y continuo, y que por momentos busca avanzar hacia el futuro del deseo o apegarse nostálgicamente al pasado:Como si fuera un único instante,traeré de nuevo miles de caballos blancos,para ofrecer tu nombre inmaculadoexento de palabras vagasy recién ahora y entonces,esconderemos nuestras delicadas vergüenzas,de azúcares y manjares nuevos.La secuencia que enlaza un poema con otro, ofrece además un juego entre las voces. A veces encontramos un sujeto poético que se habla a sí mismo, algunas a una segunda persona, y en otras se genera una mirada externa.Esta dinámica nos habilita múltiples enfoques, permitiendo construir con el conjunto de poemas, un sistema visual integrado. Para valerme de esta idea recurro al polifocalismo, concepto acuñado por el artista visual Manuel Espínola Gómez (19212003), quien promovió en una de las fases de su obra plástica, la captación de la atención en múltiples focos, siendo la percepción del tiempo detenido, uno de los aspectos perseguidos por este pensamiento.Asimismo Enrique Sosa realiza un homenaje a la artista uruguaya Petrona Viera, ayudando a subrayar esta intención de lo visual que presenta su propuesta, junto con las potentes imágenes poéticas que ilustran lo verbal.En términos de los sub-temas, este libro también es lo cotidiano en la urbanidad, sus acontecimientos sociales y económicos, el amor que se ancla en aquello que se anhela, la palabra que todo lo sostiene. Música, animal, naturaleza, infancia. Símbolos de emoción y nostalgia.Los poemas suceden en un espacio/tiempo que lo abarcaría todo: Y cuando tenga de nuevo ese paraíso, /pregúntale si ahora vuelve /ese cielo antiguo que no cesa.En una Treinta y Tres que ya tiene su propia tradición literaria con antecedentes como Pedro Leandro Ipuche, Gustavo Espinosa, Ignacio Fernández de Palleja, por nombrar solo alguno de sus referentes, Enrique Sosa emerge con la fuerza vital de sus clepsidras.Teresa Korondi

Las clepsidras emergentes

$17.106,82
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EL TIEMPO QUE NO ESAmenaza el reloj con quitarse el tiempo parece ser la constante de este libro.Las clepsidras emergentes, ópera prima del olimareño Enrique Sosa, juega a graficar el tiempo, no en su linealidad, sino en un intento de profundidad. El lenguaje, a veces ornamentado sin ser presuntuoso, y las imágenes utilizadas por el autor, nos adentran en un mundo en el cual la temática temporal poetiza con la filosofía, tal si fuese una forma de alcanzar lo eterno.El filósofo y escritor francés Henri Bergson (1859-1941), en su libro La evolución creadora (1907), dijo queNo pensamos el tiempo real. Pero lo vivimos porque la vida desborda a la inteligencia. La impresión que tenemos de nuestra evolución y de la evolución de todas las cosas en la pura duración está ahí, trazando alrededor de la representación intelectual propiamente dicha una franja indecisa que va a perderse en la noche.En este sentido, el tiempo deja lo cronológico para convertirse en un viaje interior entre la vivencia y la experiencia del recuerdo y la ilusión del deseo.Recuerdo e ilusión que nunca se asemejan al momento vivido y que por eso se transforman en ficción.En el soneto titulado El instante (El otro, el mismo - 1964), Jorge Luis Borges manifiesta: El presente está solo. La memoria /Erige el tiempo. Sucesión y engaño /Es la rutina del reloj. Así, Enrique Sosa dice en uno de sus textos Acuáticas agujas que marcan /el viajesubmarino, /agua por agua, /minuto a minuto.Este correlato bien podría redondearse con el final de ese mismo poema de Borges, que expresa que El hoy fugaz es tenue y es eterno; /otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.Mientras que Sosa reza Una escafandra llora su idea fija, /y espera que mi alma vuelva del averno.En Las clepsidras emergentes existe una interrogante que hila toda la lectura: ¿el tránsito desde o hacia dónde ocurre? Al hablar de emerger podría haber una relación con el fluir del río de Heráclito, filósofo pre-socrático del devenir. Sin embargo el hecho del surgimiento, de esos relojes de agua que por definición son las clepsidras, nos lleva a pensar en la vida como sumatoria de aquello que nos irrumpe constantemente. Experiencias del instante que el autor expresa en los versos como en un acto del habla, por su decir sucesivo en tiempo presente y continuo, y que por momentos busca avanzar hacia el futuro del deseo o apegarse nostálgicamente al pasado:Como si fuera un único instante,traeré de nuevo miles de caballos blancos,para ofrecer tu nombre inmaculadoexento de palabras vagasy recién ahora y entonces,esconderemos nuestras delicadas vergüenzas,de azúcares y manjares nuevos.La secuencia que enlaza un poema con otro, ofrece además un juego entre las voces. A veces encontramos un sujeto poético que se habla a sí mismo, algunas a una segunda persona, y en otras se genera una mirada externa.Esta dinámica nos habilita múltiples enfoques, permitiendo construir con el conjunto de poemas, un sistema visual integrado. Para valerme de esta idea recurro al polifocalismo, concepto acuñado por el artista visual Manuel Espínola Gómez (19212003), quien promovió en una de las fases de su obra plástica, la captación de la atención en múltiples focos, siendo la percepción del tiempo detenido, uno de los aspectos perseguidos por este pensamiento.Asimismo Enrique Sosa realiza un homenaje a la artista uruguaya Petrona Viera, ayudando a subrayar esta intención de lo visual que presenta su propuesta, junto con las potentes imágenes poéticas que ilustran lo verbal.En términos de los sub-temas, este libro también es lo cotidiano en la urbanidad, sus acontecimientos sociales y económicos, el amor que se ancla en aquello que se anhela, la palabra que todo lo sostiene. Música, animal, naturaleza, infancia. Símbolos de emoción y nostalgia.Los poemas suceden en un espacio/tiempo que lo abarcaría todo: Y cuando tenga de nuevo ese paraíso, /pregúntale si ahora vuelve /ese cielo antiguo que no cesa.En una Treinta y Tres que ya tiene su propia tradición literaria con antecedentes como Pedro Leandro Ipuche, Gustavo Espinosa, Ignacio Fernández de Palleja, por nombrar solo alguno de sus referentes, Enrique Sosa emerge con la fuerza vital de sus clepsidras.Teresa Korondi